Esfuerzos de conservación e instituciones que protegen las Islas Galápagos
Las islas de origen oceánico como las Galápagos están formadas de basalto, el tipo más básico de lava. El basalto tiene una composición química muy diferente de las lavas que emanan de los volcanes continentales y es mucho más fluido. Como resultado, a medida que los flujos de lava se acumulan para formar un cono volcánico, los conos volcánicos de las islas tienen una pendiente mucho más suave que los del continente. Estos volcanes de pendiente suave se llaman volcanes en escudo, y en Galápagos a menudo se comparan con cuencos de sopa invertidos. Estos volcanes en escudo se pueden observar claramente en las islas más jóvenes del oeste, Isabela y Fernandina. Hacia el este, los volcanes son más bajos y están más erosionados.
Muchos volcanes están coronados por una caldera, una gran depresión circular derivada del cráter original (a veces posteriormente rellenada con nueva lava). Durante una erupción, el cráter se alimenta de una cámara magmática, pero cuando la actividad disminuye, el magma se retira dejando una gran cavidad abierta. El techo colapsa periódicamente, bajando el suelo del cráter y ampliando su diámetro. En junio de 1968, ocurrió un importante colapso de caldera en Fernandina, donde el suelo descendió 300 metros. La caldera más grande de las islas es la del Volcán Sierra Negra, en Isabela, que mide 7 por 10 km.
Morfología volcánica de las Galápagos
En las Galápagos se encuentran dos tipos distintos de volcanes. En el oeste, en las islas Isabela y Fernandina, hay grandes volcanes con morfología de “cuenco de sopa invertido” y calderas profundas. En el este, los volcanes en escudo son más pequeños y tienen pendientes más suaves. Estas diferencias parecen estar relacionadas con el grosor de la litosfera. Al oeste de la zona de fractura en los 91°W, la litosfera es más antigua y gruesa, lo que permite soportar la carga de grandes volcanes. Al este, la litosfera es más joven y débil, lo que impide la formación de grandes estructuras volcánicas.
Una característica inusual de los volcanes occidentales es el gran tamaño de sus calderas en relación con el tamaño del volcán. Estas calderas se forman cuando colapsa la cámara magmática subyacente. Por ejemplo, el colapso de Fernandina en 1968 redujo el suelo de la caldera en 200 metros y amplió su diámetro.
Actividad volcánica histórica y geológica reciente
Las erupciones históricas han ocurrido en volcanes como Fernandina, Volcán Wolf, Alcedo, Sierra Negra, Cerro Azul, Santiago, Pinta, Floreana y Marchena. También se han registrado erupciones en el pasado geológico reciente (últimos 10,000 años) en volcanes como Darwin, Volcán Ecuador, Genovesa, San Cristóbal y Santa Cruz. Además, varios volcanes submarinos han estado activos en este período.
Volcanes extintos
Las islas Española y Santa Fe son remanentes de volcanes extintos, de los cuales solo se han conservado partes de su estructura volcánica original. Estas islas han estado inactivas durante varios millones de años. Por su parte, Pinzón y Rábida son pequeños volcanes en escudo extintos que no han estado activos durante aproximadamente un millón de años. Aunque Santa Cruz y San Cristóbal permanecen como volcanes activos, partes de sus estructuras son mucho más antiguas, con más de un millón de años en el caso de Santa Cruz y casi dos millones y medio en el caso de San Cristóbal.
Esta geología única, combinada con los esfuerzos de conservación, hace que las Galápagos sigan siendo un área de estudio y admiración en todo el mundo.